Espinosa de los Monteros

A los pies de las estribaciones orientales de la Cordillera Cantábrica, en la cabecera del río Trueba, y dominada por un abrupto paisaje de desafiantes paredes rocosas y profundos valles en los que alternan grandes praderas y espesos bosques, se encuentra la villa de Espinosa. Pequeñas entidades de población como Para, Santa Olalla, Bárcenas, Quintana de los Prados y las Machorras constituyen junto con la villa de Espinosa, integrada por los barrios de Berrueza y Quintanilla, el actual municipio de Espinosa de los Monteros.
Desde los siglos medievales, Espinosa se encontraba formada por tres concejos: Berrueza y Quintanilla muy próximos entre sí y a muy poca distancia el de Bárcenas. Cada uno de estos concejos tenía su propia iglesia parroquial. En Berrueza, Santa María había sido monasterio y posteriormente priorato de Oña; En Quintanilla, San Nicolás; y en Bárcenas, la iglesia de Santa Juliana que también fue un antiguo monasterio. En lo que hoy es el centro urbano de Espinosa se encontraba la ermita de Santa Cecilia, convertida posteriormente en la parroquia de la villa.
“... nunc dicta Spinosa Venatorum”
Espinosa de los cazadores. Esta es la forma en la que se menciona a Espinosa en un Cronicón apócrifo escrito a finales del siglo XV. Su situación al pie de las agrestes montañas en las que nacen los cuatro ríos pasiegos de los que el Trueba es el principal, le otorga a Espinosa un carácter montaraz.
Algunos historiadores antiguos situaron aquí Vellica, la antigua ciudad de los cántabros. Sin embargo los más recientes estudios arqueológicos no le encuentran fundamento a esta suposición, siendo dudosa incluso la existencia de tal ciudad.
Estos parajes se encuentran relacionados desde muy antiguo con la práctica de la caza y de la montería. Los primeros condes y reyes de Castilla practicaron aquí la montería y otorgaron importantes privilegios a los monteros que les ayudaban en sus jornadas de caza. Los monteros de Espinosa, los de Babia y los llamados de “ventura” fueron las tres clases de monteros que ayudaban a los reyes en sus cacerías en tiempos de Alfonso XI, cuando se escribió el Libro de la Montería.
El conde castellano Sancho García, nieto de Fernán González, concedió cinco solares, cuatro en Quintanilla y uno en Berrueza, a otros tantos de sus monteros de Espinosa para que los poblasen. Alfonso VIII confirmó sus solares a los descendientes de aquellos monteros otorgándoles diversos privilegios e inmunidades. El trato de favor que recibieron los Monteros de Espinosa les llevó a prestar a la monarquía servicios de naturaleza distinta a la cinegética, desempeñando funciones de cierto relieve como oficiales de justicia o militares y constituyendo un cuerpo especial conocido como el de los “Monteros de Espinosa” encargado de la guardia nocturna del Rey.
“Los Monteros de Espinosa dexen memoria a los siglos”
Esta es la última estrofa de la llamada “Comedia Nueva de los Monteros de Espinosa” atribuida a Lope de Vega, basada en la antigua leyenda de su origen en tiempos del conde Sancho García. Entre los numerosos romances y cantares que fueron tomando forma durante el siglo XII, uno de ellos fue el “Cantar de la Condesa traidora”. Este romance narraba la supuesta traición de la madre de Sancho García. Siglos más tarde la leyenda de la condesa traidora fue completada con la de la creación del cuerpo de Monteros de Espinosa. Según esta leyenda fue un montero de Espinosa quien descubrió a Sancho García la traición de su madre, salvándole la vida. El conde, agradecido, confió a él y a sus descendientes la noble misión de velar por su persona durante la noche.
El Cuerpo de Monteros de Espinosa ha pervivido durante casi mil años con su función de guarda nocturna de los reyes hasta su desaparición en el siglo XX con el exilio de Alfonso XIII. En la actualidad la Compañía “Monteros de Espinosa” forma parte del Grupo de Honores de la Guardia Real.
El año 1991 se impulsó la creación del “Día de los Monteros” para la celebración anual que conmemora el vínculo de la villa de Espinosa con la monarquía española. La villa de Espinosa celebra todos los años un mercado medieval durante el que se representa la obra teatral “De Espinosa, los Monteros” protagonizada por vecinos de la villa.
Arquitectura señorial: “... vaya a vivir e morar en la dicha villa”
Una Real Cédula de los Reyes Católicos del año 1498 instaba a los Monteros de Espinosa a que vivieran en dicha villa. Uno de los requisitos para aspirar a formar parte del Cuerpo de Monteros de Espinosa era ser natural y vecino de Espinosa. La posibilidad de aspirar a un puesto de gran prestigio y los numerosos privilegios concedidos a los vecinos de Espinosa condicionaron el establecimiento en esta villa de muchas familias notables que construyeron en ella grandes torres y palacios como símbolos de su prestigio, y que hacen que Espinosa sea una de las villas de España que más restos fortificados conserva en su casco urbano.
El castillo de los Velasco, sobre una pequeña colina a orillas del río Trueba, fue levantado a mediados del siglo XV por el primer conde de Haro, Pedro Fernández de Velasco. Junto a este castillo, la torre de los Herradores y la torre de Cantimplor, localizadas las tres de forma estratégica, constituyeron los puntales defensivos de la villa en época medieval.
En el siglo XVI, probablemente sobre una construcción anterior, se edificó la torre de Valanto o de los Monteros que perteneció a la familia de los Angulo Vivanco. Igualmente dentro del casco urbano se encuentra la elegante torre llamada “de los azulejos” que fue construida también en el siglo XVI, en la que una inscripción situada entre finas molduras recuerda el carácter de este tipo de edificios como símbolo del prestigio de sus propietarios: “Do se alcança tal victoria deve osar morir el onbre muera el y biba el nombre”. Aunque muy reformada, la torre de Pumarejo también tiene su origen en los siglos bajomedievales, época de la que aún conserva algunos elementos arquitectónicos.
Muy cerca del elegante edificio del Ayuntamiento, construido en el siglo XIX, desde un emplazamiento destacado llama la atención la magnífica fachada barroca del palacio de los Marqueses de Chiloeches que fue construido en el siglo XVII por los Zorrilla Velasco. Otros ejemplos notables de arquitectura palaciega y señorial son el palacio de los Marqueses de Cuevas de Velasco y el de los Fernández Villa o Carrillo del Hoyo.
Arquitectura religiosa
Las iglesias de Santa María de Berrueza y la de San Nicolás en Quintanilla son testigos de la importancia que en otro tiempo tuvieron los concejos que formaban la villa de Espinosa. La iglesia de San Nicolás conserva un extraordinario retablo de influencia flamenca. La iglesia parroquial de Santa Cecilia, en el centro de la villa, construida en el siglo XVI cuenta con una bello ábside de estilo renacentista.
El más antiguo vestigio de arquitectura religiosa es la iglesia románica de Santa Eulalia situada en el pequeño conjunto rural de Santa Olalla. La extrema simplicidad y la excepcional articulación de los muros de este humilde templo hacen suponer un origen prerrománico del mismo, relacionándolo incluso con el arte asturiano.
Arquitectura popular
El irregular trazado urbano de esta villa conserva interesantes ejemplos de arquitectura tradicional montañesa caracterizada por las grandes casas de mampostería con pequeños vanos recercados en sillería en cuyas fachadas destacan las grandes solanas de madera orientadas hacia el sur. En el centro de la villa estas solanas se han convertido en muchos casos en alegres, vistosos y luminosos miradores. Al igual que en la villa de Espinosa, en los pequeños núcleos rurales que conforman el municipio, junto a las modestas casas tradicionales, llaman la atención algunas grandes casonas blasonadas con interesantes elementos de arquitectura culta como arcos de buen dovelaje y elegantes ventanas.
Los Montes de Pas y los pasiegos
Los puertos de montaña situados en la cabecera del río Trueba sirvieron durante los siglos altomedievales como zonas de paso entre ambas laderas de la Cordillera Cantábrica. Es probable que estos “pasos” dieran su nombre a las dos vertientes de esta zona montañosa que desde muy antiguo es conocida como “Montes de Pas”. Los privilegios ganaderos y las exenciones concedidas por los reyes castellanos a los vecinos de Espinosa fomentaron la expansión de la ganadería por estos montes.
A lo largo del tiempo, los bosques en los que los reyes cazaban osos, fueron talados y convertidos en pastizales. La construcción del “Resbaladero de Lunada” para la extracción de madera y su conducción hacia el río Miera fue un importante hito en la deforestación de estas montañas. Las formas de explotación de estos pastizales también se modificaron a lo largo del tiempo dando lugar a un sistema basado en la propiedad privada de los pastos y en una particular trashumancia conocida como “la muda”, característica del modo de vida pasiego. Las pequeñas cabañas pasiegas diseminadas por las pendientes laderas, con sus cercados de piedra delimitando los pastizales, constituyen parte inseparable del paisaje de estas montañas desde hace varios siglos.
En la zona conocida como “Los cuatro ríos pasiegos” surgió un pequeño núcleo en torno a la iglesia de la Virgen de las Nieves que agrupó a los pasiegos cuyas cabañas se encontraban en la ladera sur de las montañas. Así se creó el núcleo de Las Machorras, en donde todos los años se celebra en verano la tradicional romería de la Virgen de las Nieves.
Fruto del sistema ganadero de los pasiegos es la calidad de los productos típicos de Espinosa basados en los derivados lácteos, como mantequillas, quesos, quesadas, helados, sobaos, italianas, y mantecadas. Desde el siglo XVI se celebra cada martes un concurrido mercado en el que se comercializan los productos de los pasiegos además de otros productos típicos como la miel de brezo y las anchoas en salazón.
Museos
El Museo de los Monteros del Rey cuenta con diversas instalaciones que acogen a la biblioteca municipal, además de una interesante exposición de materiales y documentos históricos relacionados con la historia de los Monteros.
El Museo Etnográfico “Cuatro Ríos Pasiegos” ofrece un recorrido a través de las formas de vida tradicionales que caracterizan a la cultura pasiega.
Una famosa batalla que tuvo lugar en este valle en el transcurso de la Guerra de la Independencia, en el año 1808, supuso la pérdida de numerosas obras de arte y de una parte importante de la documentación que se conservaba en los archivos de la villa. Con motivo del 200 aniversario de dicha batalla se inauguró el Museo de la Batalla de Espinosa.
La villa de Espinosa se convierte en museo por medio de la “Ruta Heráldica de Espinosa”, un itinerario que recorre sus edificios más emblemáticos y acerca a los visitantes al conocimiento de la heráldica que lucen sus blasones, y a través de ella a la historia de esta noble villa castellana.
Industrias
En 1752, Juan Fernández de Isla instaló en Espinosa una fábrica de lonas y cordelería que utilizaba la producción de cáñamo y lino de la comarca. De esta fábrica salieron las velas de la Armada que fue derrotada en la Batalla de Trafalgar en 1805. En la actualidad en Espinosa radican varias industrias entre las que destacan las alimentarias y las turísticas.
PATRIMONIO NATURAL
Monumento Natural de Ojo Guareña
El Monumento Natural de Ojo Guareña está formado por un complejo kárstico de más de 100 km formado por los ríos Guareña y Trema. Las localidades de Santa Olalla y Para, en el municipio de Espinosa, se hallan dentro de este espacio protegido y por ellas pasan dos senderos de pequeño recorrido, el PRC-BU 38 y el PRC-BU 39. El espacio cuenta con la declaración de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y está incluido dentro de la Red Natura 2000.
El Robledal de Espinosa
De las inmediaciones del albergue de Espinosa parte un sendero señalizado, el SLC-BU 86, que nos permite recorrer un bello robledal mediante un suave y sencillo paseo. Este sendero nos acerca al pueblo de Quintana de los Prados de donde parte otra ruta, el PR-BU 88, en dirección a Espinosa.
El Bernacho y Castro Valnera
En la ascensión al puerto de Lunada encontramos un pequeño valle de origen glaciar llamado el Bernacho, coronado por el Castro Valnera, el monte más alto de la comarca con 1.718 m. Esta zona está incluida dentro de la Red Natura 2000 con la declaración de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Para conocer mejor este valle, el sendero PR-BU 87 lo recorre durante 6 km.
Puertos de Montaña
Tres son los puertos de montaña que unen Espinosa, y la provincia de Burgos, con la vecina Cantabria: el Puerto de Estacas de Trueba, que lleva directamente a Vega de Pas, y los Portillos de Lunada y La Sía. Cada uno de ellos recorre el valle formado por un río: Trueba, Lunada y La Sía. Para llegar hasta ellos hay que dirigirse hacia el norte del municipio, pasando por la localidad de Bárcenas.
Picón Blanco y Peña Lusa
Sobre la localidad de Espinosa, y en la divisoria entre Burgos y Cantabria, se halla el Picón Blanco. En su cima aún se pueden ver los edificios de la antigua base militar que allí existió. Otro importante hito montañoso del municipio es Peña Lusa, en la subida hacia el puerto de Lunada.
Ribera del Trueba
El río Trueba desciende desde las montañas hasta Espinosa recibiendo, por el camino, las aguas de los ríos Lunada, La Sía y Rioseco. En sus riberas podemos encontrar ejemplares de alisos, chopos, sauces y fresnos.
El GR-1006- Ruta de los Monteros
Además de los senderos de pequeño recorrido que transitan por el municipio de Espinosa (PRC-BU 38-Camino de la Sonsierra, PRC-BU 39-Camino del Noceda y PRC-BU 40-Entre Desfiladeros, SLC-BU 86-Senda del Robledal y PR-BU 87-Cabañas del Bernacho y PR-BU 88-Entre prados) existe un sendero de gran recorrido, de 77 km., que enlaza esta localidad. La primera etapa enlaza Espinosa con Medina de Pomar atravesando la Merindad de Montija. Desde Medina pone rumbo hacia el valle de Tobalina, pasando por la Merindad de Cuesta Urría. La última etapa une Tobalina con Oña tras pasar por Frías.
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